UNA DE FÁBULA
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Recientemente leí una parte de la fábula del Rey que escuchaba todo aquello que consideraba música para sus oídos. Obvio, a todo atendía; a todo lo que era miel para sus oídos lo seguía con ojos cerrados.
Se dio el caso de unos estafadores que se presentan ante una parte de la corte y los convencen de diseñar el mejor traje de la historia para su monarca; con aquella confección sería el rey más elegante de cuantos habían existido.
Los estafadores inician la confección de un traje que no se materializa, pues, hábilmente los truhanes simulan estar bordando y cosiendo, a lo que toda la corte, sin recato ni rubor alguno aplauden a rabiar, diciendo a su rey que aquello esta quedando de ensueño y que él lucirá fantástico.
Terminado el diseño, los pillos simulan vestir al rey; luego lo llevan a ser vitoreado por el pueblo; durante el paseo, el pueblo atónito no acertaba a entender, pero ante la actitud de la corte que seguía al rey aplaudiendo, optó por seguirlos y vitorearlo , aunque entre la gente se escuchó la voz de un niño: ¡pero si va desnudo! El rey se inquietó, pero ante los gritos de júbilo y aplausos del pueblo, sucumbió y continúo su marcha.
Las cosas en todos los ámbitos de la vida ocurren igual, si nosotros en casa, en nuestro negocio, en nuestras actividades escuchamos las voces melosas y les hacemos caso seremos como el rey: exhibidos y colocados en vergüenza.
Cuando pretendemos que los que nos ayudan o nos rodean, como familia, amigos o colaboradores, además se obliguen a decir sólo lo que nos gusta oír, seremos expuestos no sólo al ridículo una y otra vez, sino a cosas peores, si es que las hay.
El costo será caminar desnudos ante el pueblo.
Comentarios con fernandoherreramartinez1956@gmail.com
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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