Que traiga un nuevo recuerdo de aquel día primero en que los astros se alinearon y hubo un alumbraniento como ninguno.
Como ninguno hablando de pueblos, del pueblo que desde 1933 es nuestro pueblo, nuestra casa, el patio de nuestros sueños, de nuestras horas dulces,de nuestros días felices, de nuestras tardes tristes, de nuestras noches tristes.
Que renace costumbre de admirar la sabia decisión de Plutarco Elías Calles de aprovechar para uso agrícola el agua de Boquilla, el enorme embalse al que respetaron las balas de la Revolución, de admirar el talento nacional y extranjero empeñado en en la construcción del Canal Principal, la hazaña, inédita hasta entonces, de arrear el agua de sur a norte, desafiando las leyes de la física y la técnica humana de hacerlo de norte a sur, de sur a este, de este a oeste.
He ahí el primer milagro de los muchos milagros que se verían, que veríamos, que seguimos vemos por aquí
Y hablando de sucesos superiores al plano humano, no omitamos otro.
En los años 30s, sin los adelantos técnicos de hoy, en el tendido del Canal se tuvo que recurrir a la mano de obra, al trabajo artesanal, a la habilidad manual, a ese don que Dios da a unos cuantos, que históricamente permanecen en el anonimato destinado a los estratos sociales màs modestos.
Hablamos de albañiles, chalanes, carpinteros, peones de brazo, herreros, veladores cocineros, peluqueros, aguadores, torneros.
Como aquí era tierra de chiveros, pescadores, agricultores temporaleros, pequeños ganaderos, los fundadores tuvieron que invitar a oaxaqueños que, de acuerdo a su origen social,llegaron hablando un español limitado, un mixteco y zapoteco fluido y musical.
Del Estado de México vinieron muchos peregrinos hablando en su tlahuaca milenario, los guanajuatenses su mixi,los chiapanecos su zoque,de Hidalgo el otomí, de Durango vinieron tepehuanos, de Balleza tarahumares, de Coahuila kikapús.
Los ingenieros canadienses que dirigían la obra gigantesca se entendían en francés e inglés, los gringos en inglés y en splanguis, los mexicanos repatriados luego de la diáspora de la Revolución, volvían hablando en pocho.
Los cocineros chinos y tagalos en sus jerigonzas orientales, los hermanos chilangos provenientes de Tepito y la Guerrero, eran la parte chuzca con su tiple y sus albures.
El milagro olvidado consiste que en esta réplica de la Torre de Babel mesopotámica no hubo castigo divino, pues al contrario que aquélla, no llevaba en sí la gran blasfemia de querer llegar al cielo y ser iguales a Dios.
No, su objetivo era mucho más modesto y por eso no hubo expiación ni confusión de lenguas.
Màs sí hubo otro milagro.
El milagro de que al tender los miralejos hacia aquella planicie de lomitas bajas, suaves,onduladas, secas, sólo habitadas por ocotillos espinozos, huizaches olorosos, mezquites sabrosos, tecomblates jugosos, tlacuaches huidizos, conejos saltatirines, liebres alertas y saltonas, lechuzas y tecolotes desvelados, planicies prometedoras para el tipo de agricultura que planeaban, lo que vieron los miralejos de don Carlos Blake, Cruz Ortiz, Manuel M Cassa, Epitacio Guevara, Pedro Esmeralda y los ocho brecheros cuyos nombres se llevó el aire de abril y el polvo negro de la historia,pero se quedaron fijos en la memoria del libro que escribió el pueblo mismo, lo que atizbaron fue el lugar ideal para la cereza del pastel que imaginaban.
Vieron el llano yermo donde habrían de plantar la semilla germinal de la que brotaría Delicias.
Pese a que hasta aquí sólo de hombres se ha hablado, para nada la fundación de Delicias fue obra de un club de Toby.
Empezando porque el caserío que brotó vino con nombre de mujer, Delicias, y desde ahí las delicienses de ayer y de hoy día, como la admirada Yoly Plascencia, de mañana y de siempre, plantaron su huella para siempre.
Su huella que no borra las borrascas de febrero y marzo, los aguaceros de julio, agosto y septiembre, las heladas de noviembre y diciembre, las nieves de enero.
Nos falta el tercer milagro.El milagro de un trazo hermoso, ecológico, anchuroso, de nomenclatura ambiciosa en tierra sedienta, de nomenclatura que habla de ríos y de arroyos, de calles y avenidas de ciudades grandes, milenarias, de diagonales rematadas por lagunas que en las tardes del estío invitaran a la fresca brisa a pasearse por el aro de la Agricultura dejando su frescura, la promesa de una noche plena y la certeza de un nuevo día, de un nuevo milagro.
Como nuestro Dios es un Dios de bondad, bien podría ser que para el próximo abril que nos congreguemos aquí nuevamente, ya haya obrado el prodigio de crear una aplicación que evite que tantos visitantes se sigan perdiendo 40 años en nuestra tierra prometida.
MUCHAS GRACIAS.
BUENOS DÍAS A TODOS
¡MUY FELIZ CUMPLEAÑOS, DELICIENSES.
* Discurso pronunciado por el Maestro Carlos Gallegos Pérez
Cronista del Municipio de Delicias
El 1o de abril de 20024 durante el inicio de las fiestas de la fundación de Delicias,correspondiente a su 91 aniversario.
Autor: Carlos Gallegos
Fuente: noticiasdelicias.com.mx
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