NARCOS DIABLOS
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Ni por Semana Santa la narcoguerra que vive el país desde hace décadas, dio tregua. Son narcos diablos en guerra
Particularmente en Juaritos y Chihuahua la violencia siguió sumando víctimas, incluso de familias y niños que fueron agredidos. Una de ellas el miércoles en un domicilio ubicado cerca del Seminario Conciliar de la diócesis juarense donde fueron ejecutados a tiros un matrimonio y su hijo en presencia de otro de sus vástagos de 11 años quien sobrevivió al ataque. En Chihuahua un hombre fue asesinado y su cadáver localizado en las inmediaciones del ejido Rancho Enmedio, a un costado del camino que lleva al aeropuerto. Otro crimen similar se registró ayer en Juaritos. Un hombre fue asesinado y su cuerpo arrojado a un basurero en la colonia Villas de Alcalá, al sur de Juaritos. En todos los casos personal de la Fiscalía se hizo cargo de las investigaciones y el Semefo trasladó el cuerpo a sus instalaciones. Antes policías municipales, elementos de la Guardia Nacional, Ejército se hicieron bola para tomar datos y sumarle un número más a la cifra de ejecutados que no paran desde hace décadas, con atrocidades incluidas cada vez peores que hablan del genocidio que se práctica sin que nadie pueda pararlo. Y es aquí donde se atribuye a los cárteles de las drogas que mueven mercancía desde Sudamérica hasta Norteamérica y a los polleros ser los generadores de violencia. Nada dicen ya del tráfico de armas, municiones y dinero que fluye en sentido inverso a la droga que va a Estados Unidos cuyos comerciantes hacen de este negocio, también uno de los más lucrativos del mundo. En esta guerra las balas parecen no agotarse y aunque no hay un mercado libre como en Estados Unidos, hay más abastecimiento en México que en ese país sin embargo, en México el presidente Lopitosh se ha centrado en su sexenio a impartir Abrazos y no balazos. La política social es el distintivo. Más de 90 mil millones de pesos en becas y apoyos a la educación, a jóvenes trabajadores. Pero, la violencia no baja. Al contrario, sube. El año pasado presionados por los norteamericanos, Colombia, el mayor productor de cocaína y México, lanzaron una serie de propuestas para combatir este negocio millonario, el que más dólares le quita a Estados Unidos, decía Pablo Escobar Gavirria, el extinto líder del cártel de Medellín. El presidente colombiano Petro y Lopitos se reunieron en la América Latina y el Caribe sobre drogas; buscaron la “hoja de ruta” para resolver el problema y rechazaron la política de guerra contra las drogas que ha impulsado Estados Unidos desde hace más de medio siglo. Le exigieron trabajar para reducir la demanda y consumo de drogas. Fue en septiembre del año pasado. Ambos mandatarios deploraron la violencia que ha provocado en varios países de la región el enfoque punitivo y prohibicionista de la lucha contra los estupefacientes. Lopitosh hizo planteamientos más conservadores que Petro. Dijo que Latinoamérica debe ayudar a Estados Unidos en su estrategia contra el fentanilo por las 100 mil muertes que causan las sobredosis de esa droga en ese país cada año, y afirmó que el narcotráfico, la violencia y las adicciones deben atacarse con inversión social y reforzando los valores familiares. “Lo fundamental está en atender las causas, con un nuevo criterio, no pensar solo en medidas coercitivas. Tenemos que poner por delante el criterio de que la paz es fruto de la justicia; tenemos que luchar primero contra la pobreza, contra la desigualdad”. Sepa si se lo cree él mismo, pero el colombiano fue mucho más directo y dijo que detrás del millón de muertos que ha dejado la violencia en América Latina en las últimas décadas, detrás de ese “genocidio”, está la política antidrogas prohibicionista y represiva que impulsan Estados Unidos y Europa. “Ha fracasado la política de guerra contra las drogas. No sirve. Si la continuamos no vamos más que a sumar otro medio millón de muertos, vamos a sumar otros estados fallidos (como Haití, que está dominado por las bandas del narcotráfico) y vamos a poner en riesgo la democracia”, aseguró. De las armas no dijeron nada en ese encuentro. Esa política de policía del mundo que combate las drogas, tiene ya casi 53 años. Estados Unidos la proclamó en junio de 1971. Sin embargo, los primeros nexos de los cárteles de México y Colombia surgieron a inicios del decenio de 1980, y en particular entre los de Guadalajara, dirigido Miguel Ángel Félix Gallardo, y de Medellín, comandado por el fallecido narco colombiano Pablo Escobar Gaviria (1949-1993), para enviar cocaína a Estados Unidos, que es el principal consumidor mundial. Ambos ya desaparecieron, pero el negocio creció; y de las guerrillas comunistas que los apoyaron en la producción, en armas, fueron disueltas, pero una vez disidentes, multiplicaron sus operaciones y las extendieron al diversificarlas de la marihuana, la cocaína y la heroína a las drogas de diseño, como el opioide sintético fentanilo que tiene ahora en su discurso el tío Sam. La guerra al narco produjo que se multiplicará la actividad. Hay un evidente fracaso que lo convierte en el cuento de nunca acabar. Nada más los flujos financieros anuales de la narcoactividad que en América fluctúan de 80 mil millones de dólares a 90 mil millones de dólares. Los datos fueron revelados por un informe que Global Financial Integrity (GFI), organización de Washington especializada en flujos financieros y comerciales ilícitos, corrupción y lavado de dinero, emitió en 2020 a pedido del Congreso de Estados Unidos. Frente a ese negocio, las políticas sociales de Lopitosh y cualquier otro país para combatir el narcotráfico, parecen aspirinas para un cáncer que sigue creciendo y ni los días Santos respetan para arrebatar vidas y seguir con su genocidio.
Autor: Editor JD
Fuente: laopcion.com.mx
manuelgandaras@hotmail.com
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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