BRUTALIDAD POR DROGAS QUE DEBE PARAR
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Hay sin temor a equivocar una reiteración del cuidado extremo que deben tener autoridades políticas y policiacas, en coordinación con la sociedad, para evitar o impedir que Chihuahua siga sufriendo casos de brutalidad y abuso como hemos visto en los últimos días.
Tenemos en la imagen colectiva la presencia de homicidios de alto impacto como el desmembramiento de una joven madre embarazada a quien -sin ningún cargo de conciencia-, arrancaron violentamente a su bebé de dos meses, sin miramiento alguno.
De estos hechos criminales apenas acaba de escribirse uno de sus capítulos finales al descubrirse la cabeza, que permanecía desaparecida a más de mes y medio de cometido el crimen, por una circunstancia fortuita de trabajos de construcción en la misma área donde fueron arrojados inhumanamente otros de sus restos.
Pero no es este el único caso que ha sembrado temor en la sociedad en las últimas semanas. Está también la desaparición de Alexa, a manos de quién es el principal sospechoso, Gerardo G.M. alias “Yayo”, un criminal dedicado presuntamente al narcomenudeo, el terror de la Genaro Vázquez, hoy detenido por intento de feminicidio, violación y privación ilegal de la libertad.
Estos asuntos que son material y jurídicamente aislados, tienen un elemento en común que no pasa desapercibido, la mezcla de consumo de drogas si no es que también el tráfico al menudeo, lo que hace indispensable voltear a los tratamientos de adictos y el manejo policíaco y médico de los tres niveles de gobierno, e inclusive, por parte del Poder Judicial.
Cuando hablamos de un “Drug R Us” o un “Padre de la naturaleza”, nos estamos refiriendo más allá de simples narcomenudistas -innovadores mercadólogos para introducir consumo hasta en chocolates y galletas-, sino de las consecuencias diversas que el fenómeno del consumo y venta de drogas, algunas muy baratas, altamente adictivas y mortales, como el fentanilo, ya están inundando las calles, peligrosamente combinadas con otras sustancias como el cristal.
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M.I.M. es lo único que sabemos como identificación de la joven asesinada en la calle Maracaibo 7703 en el fraccionamiento Gloria. La historia es cruenta.
El torso fue localizado el pasado diez de noviembre en la caja de bocinas de una pickup Silverado de modelo atrasado, que tenía reporte de robo, a bordo de la cual estaban los presuntos asesinos materiales, Melissa M.R. y Luis Raúl F.V.
Ese día por la mañana, antes del arresto de los primeros implicados en esta terrible historia, un paseante encontró las piernas y uno de los brazos, en las inmediaciones de la Presa El Rejón, en uno de los caminos, en dos maletas amarillas.
La gran pregunta es donde estaba la cabeza y el otro brazo, negados de principio a fin los inculpados a aceptar su participación y a proporcionar cualquier dato al respecto. Esta cuestión fue resuelta a fines de esta semana, cuando obreros de la construcción que maniobraban maquinaria, en la misma Presa Rejón, descubrieron enterrado un bote de pintura tapado, en cuyo interior se encontraba esta extremidad superior.
Imaginemos las diversas escenas de la historia. La joven mujer es asesinada en una pequeña casa de interés social en el fraccionamiento Gloria, en el baño. Luego es mutilada y desmembrada, con más de doscientas heridas.
Los criminales van a la Presa El Rejón, sepultan dentro del bote su cabeza; dejan a la vista en maletas las piernas y un brazo y luego transitan por la ciudad a media mañana con el torso en una caja de bocinas, de una troca con reporte de robo, cuyo propietario Julián Ricardo L.L. a su vez es vinculado esta semana como facilitador del vehículo.
No hay explicación en el sadismo usado más que el consumo de drogas, y el influjo de éstas para cometer tan atroz homicidio.
El caso de Alexa, por las mismas. Ella, menor de edad, apenas de 13, es violentada desde hace dos o tres años, incluso en su propia casa, amagada por Gerardo G.M. “Yayo” con matar a su madre y hermanos.
“Yayo”, quien ya había sido detenido antes y liberado por un juez, era un pájaro de cuenta. Aterrorizaba a los vecinos de la Genaro Vázquez, impunemente. Sabemos por los mismos vecinos que se paseaba con la menor, y al influjo de drogas y alcohol hacía y deshacía en la colonia, sin que la policía hiciera algo.
Terminó el “Yayo” -hasta donde han declarado los testigos- por atentar a balazos contra la madre de Alexa, y huyendo con la menor, cuyo paradero aún es desconocido, pese a la intensa búsqueda, carteles y difusión del caso.
Cumplió la menor seis meses desaparecida, ya con “Yayo” detenido esta semana, hay esperanza de tener elementos de pista para localizarla. Pero igual que en el caso de M.I.M., el presunto victimario se niega a revelar cualquier información, incluso evade su responsabilidad en los hechos.
Ambos asuntos tendrán que ir a juicio, en una prolongación de meses de investigación complementaria, que sólo aumenta la angustia y sufrimiento de las familias.
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En el estado de Chihuahua, de acuerdo a la última encuesta 2016-2017 levantada por diversas autoridades federales encabezadas por la Secretaría de Salud -y que es la última porque inexplicablemente fue suspendida-, el 12 por ciento de los habitantes de 12 a 65 años ha consumido droga, pero en jóvenes y adultos menores a 35 años, el consumo se incrementa en un cinco por ciento.
A la pregunta, si en el último año ha consumido droga, el porcentaje general es de 3 por ciento, altísimo. Si en Chihuahua hay 3 millones y medio de habitantes, habría que pensar en que hay más de 105 mil adictos.
En el peor de los casos estamos hablando de que casi dos de cada diez personas han utilizado drogas y 3 de cada cien la están utilizando en estos momentos, muchos de ellos junto con el consumo de alcohol, cuya incidencia de uso, de acuerdo con el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec) es de casi un 78 por ciento -en el último año.
Agréguese a lo anterior la mezcla con el fentanilo, que cada día es más presente por los decomisos de pequeñas cantidades destinadas a la venta al menudeo, cuyo consumo deja consecuencias terribles, auténticos zombis, en calles de ciudades norteamericanas, como muestran videos y fotos esparcidas por redes sociales y medios de comunicación.
No es cosa menor el problema de salud pública y delictivo que provoca el consumo de drogas, aparejado con los hechos violentos que desata, y que encontramos como elemento común en estos dos casos que han horrorizado a la sociedad chihuahuense, y que la mantienen a la expectativa del desenlace.
Encontramos a los centros de rehabilitación con pocos apoyos y vigilancia, en esfuerzo de la sociedad civil, pero sin medicamentos suficientes, y al sector público también sin los fármacos, al menos los adecuados, que son carísimos y con una sobrerregulación, muy lejos del alcance de las familias que tratan de ayudar a sus seres queridos.
Son estos crímenes y la intervención del factor drogas y narcomenudeo, clara advertencia para Chihuahua, de que no merece seguir siendo noticia por asuntos tan terribles y atentatorios a la persona humana, extraviados los presuntos responsables en las drogas, sin respeto por la persona en lo más mínimo, ya no hablemos de valores que son inexistentes.
Autor: GPS Dominical
Fuente: Www.eldiariodechihuahua.mx
manuelgandaras@gmail.com
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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