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LOS VILLANOS SON SIMPÁTICOS Y LOS QUE CREEMOS VILLANOS NO LO SON (II)
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Dr. Fernando A. Herrera M.- De acuerdo con la historia oficial, Barros Sierra solucionó todas las demandas de los estudiantes que habían provocado la renuncia de Chávez. Es decir, que ya no había razón para manifestarse en las calles.
La mecha se encendió el 22 de julio de 1968, los alumnos de la vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional y la Preparatoria 1 de la UNAM cayeron en un pleito callejero tras un partido de futbol. El Ejército se apostó frente a la Preparatoria 1, al mando del general José Hernández Toledo y se disparó un bazucazo contra la puerta, luego los policías y militares aprehendieron a los estudiantes.

José Barros Sierra de la UNAM y Agustín Yáñez, titular de Educación Pública, acordaron el cierre temporal de las preparatorias y vocacionales.

Recordemos que en 1968 la agitación estudiantil era un fenómeno desde Alemania Occidental, Europa, Estados Unidos y hasta América Latina, pero no suficiente para que llegara al nivel de las manifestaciones en México. Cualquier tipo de manifestación requiere reclutamiento de participantes, organización y algún método de financiamiento.

¿De dónde el financiamiento? Dispensen una comparación imparcial con el presente: Hay numerosas similitudes con las manifestaciones por el regreso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en el sexenio de EPN. ¿Quién financió? Yo creo que la izquierda, porque con ellos marcharon los sindicatos de la CNTE, el SNTE, la extinta Luz y Fuerza, etc., los padres de los 43 viajaron a Estados Unidos y Europa para manifestarse ante organismos internacionales.

Es razonable preguntar de dónde conseguían dinero, si tan solo para vivir era difícil porque pasaron mucho tiempo manifestándose. Más aun, ¿por qué en cuanto AMLO ganó las elecciones desaparecieron las manifestaciones de los 43? Se evaporó el reclamo de “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”. Ahora solo queda la esperanza de por lo menos encontrar los cuerpos.

Volvamos al tema: El 2 de octubre era un día de terror en el centro histórico. Todos cerraban sus puertas, porque los interesados salían a las calles a destrozar todo a su paso: ventanas, puertas, paradas de autobuses, lo que fuera. Y ni hablar de los Oxxos que saqueaban. Pero el 2 de octubre de 2018, justo cuando la “izquierda” ganó las elecciones, no hubo los tan comunes destrozos a negocios en el centro histórico.

¿Usted cree que veinte alumnos indignados con solo el poder de convencimiento logren atraer cien mil personas (por dar una cifra)? La realidad nos dice que necesita promover “el movimiento”, convencer a la gente que abandone sus actividades cotidianas para marchar en las calles con pancartas y no de a gratis.

Otro arroz: En los últimos días de diciembre de 2018 y el 2 de enero de 2019, cien personas se manifestaron afuera de Palacio Nacional por despidos injustificados en el SAT. ¡Cien! Tan solo cien personas, de más de 2,500 despedidos. ¿Dónde estaban los otros 2,400? ¿Falta de interés? ¿Falta de convocatoria? ¿Falta de financiamiento o de apoyo de algún partido político?

Lo mismo podemos preguntarnos sobre las víctimas del terremoto de 2017 en el Colegio Rébsamen en Tlalpan. ¿Por qué no prosperaron las manifestaciones de los padres que exigían justicia? ¿Falta de convocatoria? ¿Falta de financiamiento o de apoyo de algún partido político? ¿Sería porque hacer ruido no iba a afectar a Enrique Peña Nieto sino a la delegada de Tlalpan y futura candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum? Solamente es una especulación.

Si la manifestación beneficia, en este caso a los intereses de MORENA o a AMLO, la historia es muy distinta. Desde finales de diciembre de 2018 y enero del 2019 manifestantes instalaron un plantón afuera de la Suprema Corte de Justicia, con casas de campaña y decenas de pancartas en las que se exigía que los magistrados bajaran sus sueldos, de acuerdo a la petición de AMLO. ¿Quién en el planeta tiene tiempo, dinero y vida para hacer un plantón por algo así? En una investigación periodística de Milenio, se develó que varios de los manifestantes del plantón de la SCJN han participado en todas las manifestaciones de los últimos diez años. En pocas palabras: reciben ingresos y viven de eso.

Hoy en día, las redes sociales son una gran herramienta de comunicación, pero en septiembre de 1968 la única forma de llegar a la gente era por medio de desplegados en periódicos, volantes, mantas, anuncios en paredes y voluntarios, muchísimos voluntarios, cientos. Y todo eso costaba miles de pesos (hoy en día, un desplegado en El Universal cuesta arriba de 200 mil pesos). Alguien tenía que financiar todo eso.

¿Quién estaría interesado en financiar y en promover el movimiento del 68? La historia nos dejó varias pistas. Javier Barros Sierra había sido secretario de Obras Públicas en el sexenio de Adolfo López Mateos y adversario de Gustavo Díaz Ordaz en la precandidatura presidencial. Cuando renunció Ignacio Chávez en 1966 a la rectoría de la UNAM, Díaz Ordaz aceptó la designación de Barros Sierra para limar las asperezas que habían quedado en el 63, cuando López Mateos designó a Díaz Ordaz candidato y no a Barrios o a Martínez Manautou.

La rectoría de la UNAM nunca ha sido cien por ciento autónoma. Por muchos años fue una extensión del PRI. Un claro ejemplo es la cercanía entre el exrector José Narro y Enrique Peña, quien le otorgó la Secretaría de Salud al doctor Narro en cuanto terminó su gestión al frente de la UNAM. Las universidades estatales tienen el mismo poder de convocatoria que los sindicatos y lo han demostrado muchas veces. Pueden movilizar a toda una ciudad o al país entero. No es casualidad que los porros sigan existiendo después de tantos años. Tampoco es normal que el Auditorio Justo Sierra, dentro de CU, siga secuestrado desde 1999 por “grupos activistas”. ¿Por qué no los sacan?

Después del bazucazo en la preparatoria 1, el rector tenía dos opciones: calmar a los estudiantes o apoyarlos, lo cual implicaba declararle la guerra a la Presidencia de la República. Y lo hizo. Alimentó el conflicto con el objetivo de sacar a Luis Echeverría de la candidatura presidencial y lanzar al precandidato de los universitarios: Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia. Luis Echeverría no se iba a quedar con los brazos cruzados.

Una de las fórmulas de la política más eficaces es “crear conflictos para luego solucionarlos”. La huelga universitaria de 1966, como todas las huelgas estudiantiles en México, fue una manipulación de un grupo de priistas para quitar a Ignacio Chávez y colocar a Javier Barros Sierra como rector. El pleito callejero entre estudiantes del IPN y la UNAM fue tan solo la carnada para derrotar a Luis Echeverría, entonces secretario de Gobernación y posicionar a su propio candidato presidencial: Emilio Martínez Manautou.

El error de Javier Barros Sierra fue no medir las consecuencias. Díaz Ordaz se encontraba en gira de trabajo el día del bazucazo a la Preparatoria 1. La orden la había dado Luis Echeverría a Alfonso Corona del Rosal y al secretario de Defensa, Marcelino García Barragán. Es decir, que Echeverría había mordido el anzuelo. Según los pronósticos de Barros Sierra, Echeverría Álvarez había cavado su propia tumba.

Nadie imaginó que podría ocurrir algo peor que el bazucazo. El rector de la UNAM apostó todo. Creyó que las manifestaciones obligarían a Echeverría a renunciar a la Secretaría de Gobernación y a la candidatura presidencial. Se equivocó.

Barros Sierra, al encabezar las marchas de protesta, pasó a la historia como el héroe del 68, pero metió a los estudiantes en una bomba de tiempo. Una malévola disputa por la candidatura presidencial de 1970. Cuando quiso establecer el diálogo entre universitarios y el gobierno fue demasiado tarde. Luis Echeverría había infiltrado gente al movimiento, inyectado dinero y proporcionado armas para que éste creciera, se saliera de control, se hiciera violento y a su vez se convirtiera en un conflicto nacional. Al mismo tiempo, Echeverría lograba que el presidente Díaz Ordaz encontrara en su Secretario de Gobernación a un funcionario leal y eficiente, capaz de mantener la estabilidad del país ante la inauguración de los Juegos Olímpicos.

Fuente: Sota, Caballo y Rey Por Dr. Fernando A Herrera M
manuelgandaras@hotmail.com
MR

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16/04/2024
Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez



 
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