SOTA, CABALLO Y REY. Por: Fernando Herrera M.
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Arrogancia.
La arrogancia como un defecto que pierde a los hombres. Habíamos venido de asombro en asombro con las actitudes de Andrés Manuel López Obrador, su amor y paz, lo que diga mi dedito, sus posturas flexibles, su afán de perdonavidas, sus ofrecimientos a la clase política de no voltear hacia atrás si gana, seguido de un largo etcétera. Pero, a partir de la convención bancaria, cuando dijo que si hay fraude, en las próximas elecciones, quién amarraría al tigre, agregando que él se va a Palenque y no estaría para detener a nadie o para amarrarlo, dando a entender que ya lo había hecho en 2006. Luego los desmentidos de su propio dicho acerca de la reforma energética, en la que ahora, dice, con claridad, que serán revisados los contratos uno a uno para darse cuenta de si hay irregularidades, dejando de lado el alcance de las atribuciones que tendría como presidente. Lo mismo está pasando con la reforma energética y ocurría igual con el liderazgo, ahora a distancia, de Gómez Urrutia, de los mineros, al que regresaría, sin lugar a dudas con el apoyo del próximo presidente, si gana las elecciones. ¿Qué está pasando? Es arrogancia, la que hace que el propio AMLO encabece el boicot hacia él mismo, y no es la primera vez que lo hace, su ego y arrogancia son tan grandes que no puede evitarlo. Es un verdadero despropósito que como candidato diga una cosa en la convención nacional bancaria y luego diga otra en la reunión con los directivos, de todo el país, de Bancomer. También lo es el que Alfonso Romo esté convenciendo a empresarios de apoyar su proyecto para que luego gente como Paco Ignacio Taibo y el propio AMLO lo desmientan. Ese es el peje que conocemos, el que se boicotea sólo, el que se pone trampas a sí mismo, todo está en que se ponga a platicar con los periodistas y le sale su verdadero yo, y aunque se da cuenta de las contradicciones, su arrogancia lo lleva a suponer que nada podría pasar porque la sociedad ya tiene decidida la contienda y que él ya la ganó, por lo que puede decir lo que se le venga en gana y ya. Sostenerse en una posición moderada le cuesta mucho esfuerzo, no es su costumbre, a él le gusta controvertir ideas y a través de la confrontación posicionarse. No le importa desdecirse, confía en que la memoria es tan flaca que nadie debería recordar una promesa o una posición ofrecida ante los banqueros; por ejemplo. Si usted lo oyó, les dijo: Respetaré la autonomía del Banco de México, los dejaremos trabajar para que el país siga creciendo, las reformas se revisarán conforme a la ley y si todo está correcto así se quedarán, pero ahora resulta que ya no se habla de la reforma como tal sino que se ha retomado una postura a detalle a grado que afirmó, como ya se dijo, que revisarán contrato por contrato. Decirles que no es cierto, que el presidente no puede hacer eso, es inútil, ellos lo saben, AMLO también, pero su arrogancia no le permite decir las cosas como son, tiene que ser violento en la expresión para jalar más simpatías, y es que eso de “revisaré contrato por contrato” se oye determinante, y puede entusiasmar a una parte de la sociedad que podría desconocer cómo se hacen esos contratos, porque él si lo sabe, porque se ha dado cuenta, inevitablemente, de los reconocimientos que México ha recibido de la OCDE por la transparencia de las licitaciones en los contratos hasta ahora otorgados por Pemex. Pero no le importa jugar a contentillo con la información, tiene que seguir jalando agua para su molino aunque diga medias verdades o medias mentiras, si es que se puede.
La postura de que el TLC se deje para después de que pase la elección es otra triquiñuela, los tiempos están marcados de manera seria entre tres países, lo cual no puede ser objeto de negociación a petición de quienes están compitiendo en la campaña. Los asuntos de estado están por encima de eso. Él lo sabe, claro que lo sabe, pero como también sabe que esa postura puede vender entre los electores no le importa decir mentiras. Si hay o no arreglo entre los tres países será porque los tres estados así lo convengan pero no por las posturas de un candidato. Y de muestra tenemos las posiciones de Donald Trump, presidente de los EEUU que por radicales que las ha dicho no han hecho mella en las negociaciones, aunque le haya dado dos que tres coscorrones al tipo de cambio, por la incertidumbre que despierta un mandatario, con el nivel de poder que tiene el del país más poderoso del mundo, metido en negociaciones de tres estados, sea por ignorante, que puede ser el caso, o por las posturas proteccionistas de ultraderecha que esgrime como arma que pretende disminuir la autonomía de los dos estados con los que se está dando la negociación, mismas en las que nuestro presidente y Canadá no han caído. La negociación va bien y ayer se publicó que ya hay acuerdo sobre las reglas de origen, uno de los temas más duros de la posición de Trump. Retrasar los acuerdos entre los tres estados sólo porque lo dice un candidato llama a la risa, pero no entre toda la sociedad, porque, desafortunadamente hay un sector de la sociedad que le cree no sólo eso sino lo que se le ocurra decir, por descabellado que sea. Su arrogancia será su perdición, como lo ha sido siempre. De la reforma educativa ni hablemos, con él andan los de la CENTE y los que quieren venganza de Peña Nieto que antes dirigían al SNTE. Esa la tumban porque la tumban, si ganan no habrá poder humano que la sostenga, regresaríamos a la plazas heredadas, a las faltas permanentes, a los múltiples comisionados, a los desmanes de la CNTE, etc..
Fuente: manuelgandaras@hotmail.com
HEC
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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