LA NOSTALGIA DE LA CIENCIA AMATEUR
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Por Dr. Mario de la Peña
¿Estaba usted en este mundo cuando la ciencia se hacía en gran parte por entusiastas? En los años 60s y gran parte de los 70s,
se formó en muchas partes del mundo una serie de negocios que apoyaban que gente como usted y yo nos adentráramos en la ciencia, principalmente la electrónica. Uno de esos comienzos estuvo dado por una compañía de aviación llamada Heath que se transformó en proveedora de kits de toda clase de implementos electrónicos de la época, como fueron los conversores del sistema de ignición de los antiguos modelos de automóviles (1912), osciloscopios para medir toda clase de corrientes (1947), y los ya famosos radios y televisiones (1960s y 1970s) que usted compraba en partes para armar en la casa. Usted podía adquirir receptores de radio y televisión de mejor calidad que las del mercado, a condición de saber un poco de cómo armarlo y hacerlo funcionar. Todo mundo salía ganando. Las compañías vendían componentes de todas clases y como no había costo de ensamblaje, que se transfería al cliente, los precios de estos aparatos eran muy atractivos. En el otro lado de la sartén, entre el público comprador surgieron verdaderos expertos amateur de la electrónica que hizo posible la generación de las primeras computadoras, ya sabe esa historia: muchachos que armaban sus inventos en la cochera de la casa y que dieron lugar a lo que hoy se llama Microsoft y Apple, gente como Steve Jobs y Bill Gates. En esa época ellos no eran la excepción, sino uno más de una generación que tuvo acceso a toda esta tecnología para jugar, inventar y reinventar. En otras áreas de la ciencia también hubo amateurs. Pongamos por ejemplo la colección de fósiles de dinosaurios que se exhiben aquí en Delicias en el Museo de Paleontología y en el Museo del Desierto Chihuahuense. Una muy buena parte de las piezas exhibidas fueron la obra de la paciencia don Roberto Fierro Chavarría que de 1974 a 1994 se daba a la tarea de excavar y preparar fósiles en el desierto chihuahuense. Otro de estos aficionados fue mi tío Héctor González, quien inventara en los 60s una máquina analógica para producir imágenes de colores, y formas geométricas generadas por los sonidos musicales. ¿Se acuerda de los efectos psicodélicos de los hippies? Bueno, pero generados sin drogas, electrónicamente. Su invento se exhibe hoy junto a los de Microsoft y Apple en el Museo de la Historia de las Computadoras en San Diego, California, por constituir la primera computadora analógica que con mucho se adelantaba a las digitales de hoy en día. Curiosamente en el ramo de la electrónica al aparecer los grandes de las computadoras, este mercado de “Hágalo Usted Mismo” (Do It Yourself, o DIY del inglés) empezó una larga agonía que persiste hoy a la fecha. Las revistas famosas como la “Mecánica Popular” que traían fabulosos proyectos para que usted los hiciera fueron dando lugar a la comercialización de lo ya hecho. La revista “Byte” era devorada por los aficionados a las primeras computadoras. Yo era uno de estos devoradores de revistas de proyectos. Esas ideas me llevaron a buscar la ciencia como una profesión. Hoy sin embargo, ese ímpetu innovador se ha ido cerrando. México produce científicos que luego expulsa por falta de trabajo. Subsiste en otras partes en videos de YouTube en donde si usted sigue las instrucciones puede hacer una y mil cosas, pero pocos se producen en México. No hay un estímulo o no hay tiempo entre ganarse la vida e ir a la escuela. La juventud actual podría potencialmente hacer mucho más. Y de alguna manera tenemos que impulsarla como fuimos impulsados nosotros. El uso de computadoras en todas sus versiones está revolucionando el mundo y me llena de orgullo haber formado parte de ese esfuerzo. La nostalgia pues nos impulsa en parte, pero otra parte viene de lo que estamos viviendo hoy, que es muy diferente y hay que adaptarse o irse. Pero de alguna manera debemos estar comprometidos con la idea de que hay que dejar la puerta abierta para las nuevas mentes. Las grandes tiendas como Radioshack y los kits de Heathkit quedaron atrás. La paleontología por otro lado no tiene esos requerimientos. Seguro que hay otras opciones. Hay que encontrarlas, cada quien desde su perspectiva, con un telescopio, con una cuchara y cuchillos, y hasta con una lupa. Hoy la innovación parece estar más regulada y llena de recovecos legales. Ya sabe, los trucos que la industria internacional establecida pone para que nadie pueda hacer lo que ellos le venden ya hecho y que genera empleos pero no para todos. Entendemos su punto, pero ellos mismos son el fruto de esos inventores que un día hicieron ciencia en su casa entre los amigos. Y no solo ciencia se puede hacer. Artesanía, arte, historia, usted póngale el nombre. Esas reuniones de café para discutir un libro, o la última película son también parte de ese hervir de cerebros que buscan encontrar una ventanita a la innovación y dejar un granito de arena en este mundo que pueda ayudar a hacer la vida más fácil para todos. Lo invitamos a que oxigene y vitamine bien ese cerebro suyo. Hay mil y un caminos por donde escoger.
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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