CAMBIOS
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Los cambios generan incertidumbre, miedo y, en todos los casos, cierta resistencia.
Esta conducta es propia de las personas, debido a que somos propicios a la rutina, máxime si nos está yendo bien. Otros se niegan o resisten al cambio porque puede alterar la comodidad que provoca un estadio alcanzado, aunque deje que desear en cuanto a éxito y logros deseados; pareciera que se cae en un letargo de conformismo y adaptación a lo que hay.
El exitoso considera que el camino diseñado no tendrá obstáculos y la buena fortuna será imperecedera; esa confianza, generalmente, conduce a crisis que han terminado con fortunas en poco tiempo. Administrar la riqueza obliga a cambios permanentes, pues nada permanece igual a través del tiempo, porque todo lo que hacemos es dinámico.
El progreso se consigue con los cambios; hacer siempre lo mismo producirá, cuando mucho, los mismos resultados, pero en una evolución que nunca se detiene, permanecer puede ser mortal, por lo tanto, los cambios son obligados.
El de rutina y medianía en su vida, no es que eso quiera, sino que es lo que ha sido capaz de negociar con la vida, pero, siempre tiene la esperanza de que un golpe de suerte le cambie la vida. algunas veces ocurre, pero es como la lotería. Así que si se desea progresar sólo lo conseguirá con el cambio.
¿Qué es lo que debe cambiar para que la vida nos trate mejor y seamos mejores negociadores en y con ella? La respuesta nunca será única ni sencilla, pero tiene algo, que se significa por ser el componente más poderoso y, casi siempre, determinante: el cambio en la propia persona.
La sentencia es clara ¡el mundo cambia sólo si cambias tú! La lección es sencilla y compleja, pues conlleva una de las condiciones más difíciles de nosotros: las personas. Aceptar que debemos cambiar, aún cuando nos esté yendo de perlas, más aún si no ocurre así.
Si lo que nace muere, empezando con nosotros, todo lo que hacemos debe tener, necesariamente un ciclo, por lo que los cambios deben hacerse en la cima para evitar la pendiente que anuncia la decadencia y el final. Concluimos que los
cambios deben hacerse cuando todo marcha bien, porque los cambios en crisis además de obligados implican empezar de cero.
Cambiar a tiempo, es cambiar cuando la vida sonríe.
Comentarios con fernandoherreramartinez1956@gmail.com
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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