UN CUENTO ALICIA Y LAS FLORES
Por: J. M. Rentería
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Como todos los días las tres amigas y compañeras de oficina se instalan en la mesa de la cafetería en donde comparten los alimentos antes de reintegrarse más tarde a sus labores.
Cristina, una bonita chica de apenas 20 años. Alta. Morena. De cuerpo agraciado y muy asediada por los jóvenes.
Verónica. también de un poco más de 2o años. Tez clara, hermosos ojos verdes y medidas corporales perfectas. Ambas son compañeras y amigas de Alicia.
Alicia es un damita poco beneficiada por la naturaleza. Bajita de estatura. Un poco más que morena. "LLenita". Usa lentes para corregir una leve miopía y "brackets" para corregir algo en su dentadura.
Antes de empezar a comer Cristina y Verónica comentan de sus recientes conquistas. Las dos lo hacen sin la mínima intención de molestar a su amiga, sin embargo, el tema de los amoríos le es molesto a Alicia debido a su nula actividad en ese sentido. Empero en esa ocasión, una discreta sonrisa le bailotea por toda la cara. Tiene un brillo extraño en sus ojos. Casi no presta atención al "chacoteo" d sus amigas. Apenas prueba bocado.
En algún momento entra a la cafetería un joven llevando consigo un precioso y enorme ramo de rosas y pregunta a voces por la señorita Alicia Peña. Alicia se pone de pié y grita: Soy yo. El joven se aproxima y deposita en la mesa el arreglo floral en cuyo centro está colocado una pequeña tarjeta
--¿quién lo envía? pregunta Alicia, a lo que el joven contesta
--no se, yo solo los entrego
--¿quien te las manda? pregunta Veronica
--!! si, dinos!! secunda Cristina
Alicia lee la tarjeta y con aire triunfal y orgulloso anuncia
--Son de Miguel un chico que conocí el fin de semana en una fiesta...
--¿es guapo? se interesa Cristina..
--si mucho, responde Alicia con los ojos entrecerrados y aspirando el aroma de las rosas..
--¿a que se dedica? interroga Veronica..
--es ingeniero civil contesta Alicia aun arrobada contemplando las rosas, sus rosas
Terminada la comida las tres amigas se dirigen de nuevo a la oficina donde laboran. Alicia coloca con delicadeza las flores sobre su escritorio. Las huele nuevamente, luego saca de su bolso un pequeño papel, lo mira un instante y lo rompe en diminutos trozos que finalmente deposita en el cesto de basura. Es la nota de compra del precioso ramo de rosas...
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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