LAS REGLAS DE LA VIDA
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La vida nos enseña, por la fuerza, que hay que someternos a las reglas. Por ejemplo, la vida nunca nos da lo que nos merecemos, nos da lo que negociamos con ella. Siempre hay quién siendo mejor está en un lugar inferior y otro que siendo menos tiene mejor
Durante el transcurso de nuestra vida vamos aprendiendo cómo se pierde, pero, también cómo se gana. Desde luego hay que pagar un precio: disciplina, entrega, entrenamiento, estudio, lealtad, etc., entre otras muchas cosas. Siempre hay, también quienes se arrepientan de hacerlo; es decir de haber pagado el precio y, quienes se arrepientan de no haberlo pagado. Lo que siempre será muy claro para todos es que no existe juicio más severo que el de uno mismo.
Todo aquello que vamos haciendo, en el camino de nuestra vida, contribuye para que se vaya conformando lo que somos como personas, al tiempo que se determina, también, la evolución que tendremos en el transcurso del tiempo. Somos nosotros y nuestra circunstancia quienes iremos determinando lo que al final llegaremos a ser.
Todas las decisiones que tomemos tendrán una incidencia, unas más otras menos, pero todas influirán en lo que seremos y en el cómo actuaremos, con las repercusiones de haber pagado o de no haber pagado el precio de cada actuación o decisión y su combinación.
El hombre puede aspirar a tres cosas: inteligencia, conocimiento y sabiduría. Cada quien sigue las reglas del juego de la vida y va perdiendo y ganando para que al final, cada quien, haga su balance y determine cómo negoció con la vida y que es lo que logró. Soy de los que piensan que nadie queda conforme, pero como la realidad no pide permiso y sólo se impone hay que apechugar.
Las experiencias las cuenta quien las ha vivido, pero el aprendizaje que se desprende de ellas está a la disposición de todos. El hecho de que se diga de que nadie aprende en cabeza ajena no quiere decir que así tenga que ser.
La Realidad no pide permiso. Mario Tarango Ramírez. 2014
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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