LA PARRANDA
Por: J. M. Rentería
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Me encontraba en una de tantas cantinas, --quizá la más jodida—en Garibaldi, estábamos bien briagos José Alfredo Jiménez, Chavela Vargas, Diego Rivera, Frida Kahlo, David y Juan Saizar, María Félix , Agustín Lara y un servidor pulsando viejísima una guit
Despues de vaciar mas de una docena de botellas de tequila “limpio”, con pura sal y limón, es de suponerse el estado en que nos encontrábamos todos, José Alfredo era el más ”pedo”. En una servilleta acababa de escribir “En el último trago”. Chavela y José Alfredo la tarareaban mientras yo trataba de seguirlos con la guitarra. Rolaban los caballitos de tequila.
Chavela, con su característico gabán rojo con su voz ronca y bohemia cantaba “piensa en mi” ante la mirada de aprobación de su creador, “el flaco de oro” mientras José Alfredo garrapateaba en otra servilleta la letra de ”no me amenaces”. Al término de la canción, y mientras apuraban de un solo trago su correspondiente tequila, Chavela y Frida, ésta ultima con su clásico peinado tocado con flores, sus pobladísimas cejas y el fino bigotillo, se lanzaban húmedas y cálidas miradas ante la complacida mirada de Diego Rivera. Al pintor no le resultaban nada incómodos los ya públicos amoríos de la cantante y su mujer.
María Félix, desde el “trono” que ocupaba, con su perenne altivez, fumaba un largo y fino cigarrillo, levantaba la ceja izquierda y parecía pensar, “pobres borrachillos, no se que hago aquí”
“Hay de mi llorona, llorona, llorona llevame al río, tápame con tu reboso llorona porque me muero de frío” cantaba otra vez, ya más “pedona” Chavela, quien contra todo lo que la gente cree, no es Mexicana sino Costarricense. Esa noche Frida acuñaba dos de sus frases favoritas “amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior” y “eso de Dios da que pensar, que el Dios que inventaste te perdone”, mientras en el corazón deAgustín Lara empezaba a tomar forma “noche de ronda”.
Los hermanos Saizar eran los únicos que se encontraban más o menos sobrios, pues ya todos estábamos bien “pedos” y ya después de la media noche José Alfredo estaba dormido encima de su sombrero. Yo de reojo observaba como Chavela y frida se tomaban de la mano por debajo de la mesa mientras restregan sus muslos y pantorrillas. María Félix fumaba su enésimo cigarrillo y Diego Rivera se alizaba su leonina cabellera y se frotaba los ojos.
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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