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27.01.2015 10:04 am
Por: BRONCO Y TEMO Pascal Beltrán del Río
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Por muchas de las designaciones de candidatos para las elecciones de junio que hemos estado observando, parece claro que la clase política mexicana no está dispuesta a cambiar de proceder.
Bastan algunos ejemplos:
El PAN irá en la delegación Cuajimalpa, como aspirante a jefe delegacional, con Camilo Campos López, un tránsfuga del Partido Verde, quien hace tres años usó el programa Oportunidades para hacerse de la misma candidatura, hecho por el cual fue denunciado por sus propios compañeros de partido. Esa vez logró estar en la boleta por una resolución del Tribunal Electoral del DF.
El PRI irá en Campeche, como candidato a gobernador, con Alejandro Moreno Cárdenas, un hombre conocido por su afición a la farra, lucir relojes costosos, codearse con personajes de dudosa reputación —como el dueño de la empresa Oceanografía—, moverse en helicóptero y vehículos de lujo y vivir rodeado de guaruras.
El PRD está dispuesto a postular a Ángel Aguirre Herrera como su candidato a alcalde de Acapulco, con lo que se demuestra que la corriente creada por el gobernador con licencia Ángel Aguirre Rivero, padre de aquél, sigue pesando en el perredismo guerrerense. Por lo pronto, ya logró bajar de la contienda por la gubernatura al senador Armando Ríos Piter.
Los partidos pueden actuar con tal desfachatez porque están confiados de que ellos controlan el acceso al club del poder.
Pese a haber abierto una rendija para los aspirantes independientes, los partidos postularán a la enorme mayoría de candidatos a los más de dos mil puestos de elección en juego.
Sin embargo, no debieran sentirse tan seguros, pues el hartazgo con sus usos y costumbres tiene diferentes maneras de manifestarse.
Ya hay quienes están planteando la abstención o la anulación del voto como una forma de decirle a los partidos que ninguno de sus candidatos los hace sentir representados.
Es probable que, como en otras ocasiones, la abstención activa y la anulación terminen siendo formas de protesta meramente testimoniales.
En cambio, creo que las simpatías que comienzan a percibirse para algunos candidatos antisistema pueden ser una mejor forma de medir la crispación de la gente con quienes parecen dispuestos a recetar más de lo mismo: funcionarios y representantes que ven en el servicio público una manera de vivir a costillas del erario y hacer crecer intereses personales o de grupo.
Esto ha ocurrido recientemente en Pakistán y en Grecia, donde el electorado salió a votar masivamente por candidatos con poca experiencia política con tal de deshacerse de una vieja guardia percibida como ineficaz, perniciosa y corrupta.
En el primer país, Imran Khan, jugador de cricket retirado, incursionó en la política y fundó su propio partido, el Tehreek-e-Insaf (Movimiento por la Justicia) con el que compitió en las últimas elecciones generales.
En el arranque de la campaña, en abril de 2013, Khan logró reunir a 150 mil personas en Lahore, un mitin que los medios occidentales compararon con un concierto de rock por el magnetismo del candidato.
Durante un mes, Khan hizo campaña con base en una lista de promesas: acabar con la tiranía, jamás mentir al pueblo de Pakistán, no sacar su dinero del país, no beneficiarse personalmente del poder ni permitir que su familia lo hiciera y gastar con cuidado los recursos públicos.
El exestrella de cricket, nombrado mejor jugador del mundo, llevó a su partido al tercer lugar, detrás de la Liga Musulmana y el Partido del Pueblo. También logró formar un gobierno provincial. A nivel nacional, pasó de 0.8% del voto en 2002 a casi 10% en 2013.
En Grecia, el comunista Alexis Tsipras y el periodista Stavros Theodorakis fueron las figuras de la elección general celebrada el domingo pasado.
Sus respectivos partidos, Syriza y To Potami, obtuvieron 36.5% y 6% en los comicios.
Aunque es temprano para saber cómo les irá en las urnas, México está generando candidatos que llegan desde fuera a sacudir el escenario y levantan expectativas en la opinión pública, pasando por encima de candidatos que llevan años brincando de cargo público en cargo público.
En tal caso están Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, un expriista y exalcalde neoleonés que intenta ser candidato independiente a la gubernatura del estado, y el futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien, pese a estar jugando en el actual torneo de la Primera División, se registró como precandidato a la alcaldía de Cuernavaca por el Partido Socialdemócrata, una organización con registro local en Morelos.
Insisto, no sé siquiera si vayan a estar en las boletas los nombres de Jaime Rodríguez y Cuauhtémoc Blanco el 7 de junio, pero para el caso no es importante.
Ambos ya lograron el interés de la opinión pública y han dicho que con sus candidaturas quieren romper el dominio de los partidos sobre la postulación de aspirantes.
Sólo por eso son dignos de encomio. Y los partidos deberían interpretar sus candidaturas —y las de otros— como señales de fastidio por parte de la ciudadanía, que hasta ahora ha tenido que conformarse con votar por quienes ellos quieren.
Las cosas han comenzado a moverse. Y si la partidocracia no lo entiende, comenzarán a colarse, como la humedad, las formas de protestar contra las reglas que impone la clase política. Hasta que éstas se desmoronen.
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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