SIN OPOSICIÓN
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La oposición cuida siempre de pedir lo que está segura de no obtener, porque si lo obtuviese dejaría de ser oposición.- Alphonse Karr
En un Estado democrático la oposición tiende a ser benéfica. Equilibra el poder, el debate; inclusive, se considera “saludable” al sistema de elecciones y al goce de los derechos y libertades públicas. Pero cuando no actúa, no propone, no se nota como debiera y, sobre todo, no conecta con la gente, se desvanece. Esta ausencia, lejos de ser buena, es peligrosa.
Recientemente han incrementado los estudios de opinión en nuestro país; se pretende palpar el sentimiento de los ciudadanos hacia los gobernantes ante el manejo de esta crisis de salud que atravesamos. Los resultados arrojan, según Mitofsky, que un 51.4% desaprueba la gestión del Presidente y un 48.6 % la aprueba. Cuando inició la administración, rondaba entre el 50% y el 70% de aprobación, respectivamente.
Es cierto que la aprobación presidencial ha bajado; sin embargo, su popularidad sigue por encima de la llamada oposición y continúa conectando con sus bases.
La oposición se ha visto débil frente a ese fenómeno político y social. En pocas palabras no encuentra la congruencia para comunicarse. No quiere entender que debe ser estratégica y proponer la unidad de la que se queja, hacer política con el círculo rojo y conectar con las bases. Debe existir un compromiso con ese actuar, por el profundo valor que implican las libertades, la discusión pública y el valor de la democracia.
Hoy en día la gente tiende a observar un poco más; percibe quién ataca, qué dicen, qué proponen y qué hacen. Ese es el termómetro. La consecuencia, una enorme apatía y el voto de castigo. Y si lo dudan, revisen los resultados de las elecciones 2018, es un buen precedente.
A la oposición le pesa mucho la loza del pasado. Necesita una estrategia de comunicación efectiva para que la sociedad perciba una colaboración de su parte con la democracia de este país. Ya no se trata de mayorías o minorías. Se trata de fortalecer el sistema de valores.
Todavía no hay un personaje en este país que tenga la congruencia suficiente para hacerle frente al político más popular de México; insisto, le pesa mucho la loza del pasado. Y desgraciadamente, a la larga, será un problema para el equilibrio del poder, del debate, del discurso.
Quiénes integran la “oposición” tienen que proponer ya. Sin miras al 2021. Tienen que ser responsables, porque pareciera que están esperando a que haya errores garrafales, que la sociedad se vea afectada, para entonces decir: ¿Ven? No saben gobernar. ¿Ven? Llevaron a este país al fracaso. Y eso es una gran irresponsabilidad, que será sancionada por la percepción ciudadana.
La baja en las encuestas a las que me he referido, no significa un gran momento para la llamada oposición, ya que ese número, no lo suma ningún otro partido, el único grupo que se fortalece y que gana, es el de los indecisos. Ellos son mayoría.
No alcanza el repetir que estábamos mejor, cuando estábamos peor; ya estamos aquí. ¿Qué proponen? ¿Cómo salimos de esto? ¿Cómo están comunicando las propuestas y soluciones? ¿Hasta dónde colaborarían con el gobierno en turno para ayudar a la población? En síntesis: ¿cuál es su estrategia? ¿Qué van a hacer?
Sin una oposición inteligente y conectada con la población, estaremos perdidos.
Por: Carmen Urías
Fuente: eldiariodechihuahua.mx
manuelgandaras@hotmail.com
AB
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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