LOS SACERDOTES Y LA POLÍTICA.
Por: FRANCISCO FLORES LEGARDA
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“Más que preocuparte por el “¿Qué dirán?”, preocúpate por el “¿Qué diré yo de mí mismo?”.
Alegando que la legislación actual coloca a los religiosos en una situación de ciudadanos de segunda, el cardenal señaló la necesidad de que los sacerdotes pudieran no sólo ser electos para cargos de elección popular, sino también administrar medios de comunicación. Pide asimismo, que al amparo del principio de la libertad religiosa, se permita la educación religiosa en escuelas públicas y que los ministros de culto puedan hablar de política desde el púlpito.
Para la Iglesia Católica es irrenunciable su ministerio de educación religiosa. El asunto ha sido largamente dirimido en muchos países, particularmente en Europa y Estados Unidos. Las más de las veces el tema “aterriza” en la legalidad de apoyar con fondos públicos a escuelas que incluyen en su currícula clases de moral o de religión. La solución más sencilla para México consistiría en mantener tales apoyos dejando a los padres de familia la opción de que sus hijos asistan o no a dichas clases, tal y como se convino en la reciente reforma educativa española, promulgada por el actual Gobierno socialista.
En lo que se refiere a los medios de comunicación, la Iglesia reclama su derecho a difundir sus enseñanzas, lo que es admitido en muchos países. De hecho, en el nuestro van multiplicándose los casos de ministros no sólo católicos que tienen programas de radio y hasta de televisión. A lo largo de los años muchos clérigos han colaborado en diarios de circulación nacional, como por ejemplo, Felipe Pardiñas, Ramón de Értze Garamendi, José María Gallegos Racafull y actualmente Miguel Concha, Manuel Olimón, para citar sólo a unos cuantos.
Al lado del ministerio de enseñanza de la Iglesia, se encuentra, sin embargo, la expresa prohibición canónica a los sacerdotes de participar activamente en política, lo que coincide con lo dispuesto en el Artículo 130 constitucional que dispone que los ministros de culto no podrán desempeñar cargos públicos; podrán votar, pero no ser votados.
En efecto, el Cánon 287 conmina a los clérigos a “conservar entre los hombres la paz y la concordia fundada en la justicia”. Añade que “no han de participar activamente en los partidos políticos, ni en la dirección de asociaciones sindicales, a no ser que según el juicio de la autoridad eclesiástica competente, lo exija la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común”. Este caso es verdaderamente excepcional. El Código Canónico no deja lugar a dudas. Los sacerdotes no deben aspirar a ocupar puestos públicos o de elección popular. Estas posiciones difícilmente permiten la neutralidad que conviene al estado eclesiástico ya que cualquier opinión o declaración pude ser equivocadamente identificada con la doctrina de la Iglesia, misma que no debe definirse nunca por alguna de las opciones políticas que se le presentan al electorado.
Sacerdotes que aceptaron cargos públicos a nivel ministerial en algunos gobiernos, fueron separados de su estado clerical por el Vaticano. Hubo connotados casos de los que sirvieron al Gobierno sandinista hace algunos años como los hermanos Cardenal. Activistas como el Reverendo William Hogan que fue separado del sacerdocio. Más recientemente, el obispo Fernando Amindo Lugo de Paraguay fue removido de su sede por haber aceptado la candidatura presidencial. En Haití, el presidente Jean Claude Aristide es otro ejemplo.
El Artículo 130 constitucional también prohíbe el proselitismo político de los ministros de culto. La petición que pide que la ley civil autorice la actividad política de los sacerdotes resulta inoperante desde el punto de vista canónico.
La propuesta avalada por su eminencia el cardenal Rivera surge en el peor de los momentos. La agenda política nacional está cargada de temas críticos que exigen urgente atención respaldada en honda y sabia reflexión.
El bien común que se busca no se promueve resucitando viejas confrontaciones históricas ya superadas. El planteamiento es, pues, inoportuno y lamentablemente irresponsable.
Salud y larga vida y luchar para vivir.
@profesor_F
Por: "Francisco Flores Legarda"
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