Por: J.M. Rentería
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Anoche soñé que...
Nuestro gobierno, en un loco afán de ponernos a pensar en otra cosa que no sea la violencia, la carestía, corrupción y otras cosas por el estilo, de alcanzaba una puntada loquísima..
La nueva puntada distractora de nuestros gobernantes, era ni más ni menos que anunciar que a partir de ya, las oficinas del registro civil de todos los estados permitirían poner a los niños apodos como si fueran nombres propios, de tal suerte que en lo sucesivo ya habría en las escuelas chamacos llamados El Negro García Pérez , o La China Mendoza Torres, o bien se expedirían en el futuro licencias de manejar o pasaportes a nombre de El Oso Hernández Méndez, o El Pelón Duarte Jáquez y cosas así.
La medida era la comidilla de toda la raza, que durante varias semanas la comentaba en todos los tonos, desde el jocoso en todas las tabernas arrabaleras hasta el sesudo análisis que en torno a la mesa del café hacían los doctos intelectuales, pasando por las severas críticas de los curas y los acres comentarios de las damas de la vela perpetua que se santiguaban y musitaban un !Jesús! cada que el tema salía a colación, ¿te imaginas que yo me llamara La Gorda en lugar de Tremebunda de los Monteros? !que horror! decía escandalizada una rolliza y cuarentona damita.
Afortunadamente todo resultó un sueño y yo seguiré llamandome Régulo hasta el día en que me llamen a cuentas, aunque viendolo bien me hubiera caído bien cualquier apodo
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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