EJIDATARIO, CAMPESINO ¡UN GRAN SEÑOR!
Por: RAYITO BENCOMO
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Por Rayito Bencomo
En el año 1996 cuando decidieron establecer por primera vez el “horario de verano” en el país, un grupo de personas “estudiadas y expertas” reunieron a los ejidatarios del Municipio de Meoqui para exponerles los motivos del cambio de horario, la principal ventaja que mencionaban era que con el cambio de horario se ahorraría energía, todos los ejidatarios escuchaban pacientemente, al terminar, uno de ellos tomó la palabra y les dijo: “pues yo, sea la hora que sea, mientras hay luz del sol no enciendo el foco de mi casa, lo prendo únicamente hasta que oscurece sin importar la hora. Las vacas y los gallos no saben de cambio de horario”. Los expertos no supieron que contestarle. Ese ejidatario era mi tío Ramiro Calderón Torres (q.e.p.d.) un señor con la sabiduría que solo se obtiene al cuidar y amar la tierra.
Los campesinos tienen una gran sabiduría, pareciera que tienen “pacto” con la tierra, la escuchan, saben leerla, la aman, la cuidan y ella les provee lo que necesitan, mi tío no era la excepción. El sabía cuando plantar, sembrar, podar, cosechar basándose en la luna y las nubes, si estaba la luna “tierna” o si estaba la luna “maciza”, si las nubes eran de frío, de agua, etc.
Entre tantas anécdotas que viví a su lado hay una que quisiera compartir. Yo deseaba plantar tres árboles frutales y uno para dar sombra en mi casa y fui a preguntarle cuando era conveniente plantarlos. Recuerdo que me dijo: si son frutales plántalos cuando la luna esté “maciza” cuando esté llena para que crezcan despacio y den mucho fruto, los árboles para dar sombra plántalos cuando la luna esté “tierna” pues se les irá en crecer y crecer pero casi no darán fruto. En esa conversación recuerdo que también me dijo: “ahorita está la luna muy buena para plantar pero espérate tantito están llegando unas nubes muy raras que yo nunca había visto, esto está muy raro, mejor protege los árboles y espérate a la siguiente luna, algo va a pasar”. Está conversación fue en el 2011, días antes de aquella tormenta invernal que congeló casi todos los árboles y plantas ¡menos lo míos! Los frutales dan mucho fruto y el moro y enredaderas crecieron rapidísimo tal y como dijo mi tío, gracias a que seguí sus recomendaciones al pie de la letra.
Siempre fue un buen ejemplo, un hombre responsable, trabajador, honesto, respetuoso, sin vicios, servicial, incluso cuando llegó a ser víctima de alguna injusticia, calumnias y hasta de traiciones era sorprendente la entereza, calma y cordura con la que respondía. Lo recuerdo diciéndonos: “ustedes caminen con la cabeza en alto y mirando de frente ¡porque yo estoy limpio!”.
Y si, lo lloro, pero lo lloro con mucho agradecimiento y paz, agradezco infinitamente haberlo tenido en mi vida pues junto con mis padres y abuelos me enseñó el amor por la tierra. Como bien dijera mi hermano: “Nosotros hemos heredado de él algo que nadie nos podrá quitar: ¡sus enseñanzas!” y en mi caso particular yo heredé también: ¡su terquedad!
Me despido parafraseando los versos de Emilio Lome del huapango “Abuelo Campesino”. Canción melodizada por Luis Mendoza Ovalle y de la cual mi tío Ramiro eligiera el género musical.
“…Mi abuelo sabía leer el lenguaje de la tierra, las nubes, el sol, las aves y la luna eran su escuela, era sabio en los quehaceres del cultivo y de la siembra…”
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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