LA POLÍTICA Y SU RETÓRICA HISTÓRICA ABURRE A LA GENTE.
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En las campañas políticas, los candidatos, generalmente, encuentran los temas de los que deben hablar con los votantes, para conquistar voluntades.
Es decir, recurren a la promesa, con las consecuencias que implica, pues, hoy en día, ya la gente no les cree ni el bendito.
Tony Meléndez ha hecho un fideicomiso notariado en un desesperado intento de darle fuerza a sus acciones y que éstas resulten creíbles para los ciudadanos. En ésta acción se está comprometiendo a depositar una parte de la dieta que percibiría como diputado para ayudar a la gente humilde.
Abordar los problemas reales de cada comunidad resulta harto difícil toda vez que los diputados sólo cuentan con su poder de gestión y no con recursos que pudieran destinar la solución de los mismos. Por lo que sus compromisos sólo se limitan a la promesa de entrar a la gestión con las autoridades correspondientes para ayudarlos a resolver; es decir, nada que signifique hechos concretos.
La política y su retórica histórica aburre a la gente. Más que nunca se requiere de candidatos frescos que un lenguaje llano, abierto y claro le hablen a la gente con la verdad y claridad de lo que se puede hacer como diputado. Ya no se vale embaucar, ni prometer, ni utilizar la manipulación para ganar los votos; deben comprender que la gente exige honradez y sinceridad.
La mente del votante está despierta, ya no digiere promesas, requiere alimento de verdad y sólo lo aceptará de gente buena, limpia y con ganar de servir, pero no es suficiente decirlo sino que deben demostrar a la ciudadanía su origen, su pasado y lo que verdaderamente harán en el futuro. El castigo para los que mienten es el desánimo, la desilusión y el desprecio, de la política, por la gente.
Cómo puede la gente distinguir a un político de otro. El único recursos es estar atentos a la congruencia, primero, en la vida que han llevado; segundo, en lo que dicen y cómo lo dicen para detectar en la emoción y en el lenguaje corporal la intención de la persona; y, tercero, la historia que cada uno tiene de su vida y comportamiento.
Hay políticos que además de vender su persona pretenden vender la marca que representan; es decir, se amparan en las siglas de un partido y lo que ese partido ha logrado a través de la historia y con otras personas. La marca vende, pero hoy en día, la marca no debe ser suficiente, hay que fijarnos en la persona y los dones con que cuenta.
Los candidatos son propensos a defender a gobernantes de otros órdenes de gobierno; es una especia de lealtad a los altos mandos de los partidos y, sobre todo, a quienes han ocupado los cargos de mayor importancia en el país. La gente
ya no tiene confianza en los políticos que se rasgan las vestiduras por otros, a la gente le gusta que cada quien responda por sus actos y no cree en aquellos que defienden a ultranza o apasionadamente; todo fanatismo o algo que se parezca genera rechazo en la ciudadanía.
La gente necesita trabajo, seguridad, tanto en su persona como en patrimonio. Requiere de personas que en el manejo de las administraciones haya distribución de los recursos equitativa y que se administre con honestidad. La gente percibe, está informada y no es fácil engañarla; fácilmente se da cuenta de los progresos económicos de los políticos e intuye de dónde proceden esos bienes.
En ésta época es muy difícil encaminar a la gente con dádivas o con promesas para que comprometa su voto. Aceptan de los candidatos las cosas que les hacen llegar, pero no son tontos; saben con claridad de qué se trata y qué es lo que se espera de ellos, pero se guardan sus preferencias y hacen su elección libremente.
¡Aquí la traigo!
manuelgandaras@hotmail.com
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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