LIBERTAD
Por: J. M. Rentería
Compártelo en:
Un cuento
Libertad
Por Jesús Manuel Rentería
Camina lento el pajarero con su preciosa carga, una decena de jaulas atadas entre sí y colgadas a su espalda.
Lleva un mosaico multicolor en el que se aglutinan gorriones, jilgueros, vireos, cardenales, cenzontles, canarios periquitos de amor, etc, toda una gama de vivísimos colores.
El hombre se aproxima a dos damas ya maduras que charlan sentadas en una de las bancas de la plaza.
--Traigo un zenzontle que canta precioso—pondera el pajarero.
--¿Cuál es? se interesa una de las señoras.
--Este—muestra el hombre mientras golpea ligeramente la jaula del pajarillo en un infructuoso intento por hacerlo cantar.
--No canta, dice de nuevo la misma dama
--Se me hace que ya se cansó, lo hubiera oído ahorita que veníamos, ya me traía loco, canta hermoso, dice el pajarero con el ánimo de realizar la venta.
--¿pero porqué no canta ahorita? Pregunta de nuevo la mujer.
--Acaso no sabes—interviene la otra –que los pajaros cantan desde los tres meses hasta que alguien los encierra en una jaula, entonces dejan de cantar, --sentencia mientras dirige una furibunda mirada al pajarero que baja la vista como avergonzado –los pájaros cantan de gusto y nadie está gustoso mientras está encerrado en una jaula en la que apenas cabe—y luego pregunta ¿a usted nunca lo han metido a la cárcel?
--Pues si –reconoce el hombre –dos o tres veces por borrachera.
--¿y no me diga que cuando lo meten a esa celdititita se pone a cantar?
--pos no, admite.
Finalmente el pajarero se retira afligido por no realizar la que sería su primera operación del día.
Una pareja de novios que desde la banca contigua presenciaba la escena sigue con la vista las jaulas del pajarero quien advierte la posibilidad de una venta y el consecuente ingreso a sus bolsillos, se detiene y pregunta --¿Cuál les gusta?
--¿Cuál te gusta? Inquiere el jovencito, apenas de unos 16 o 17 años.
--¿a mi? se asombra la jovencita –me gustan todos pero no en cautiverio
--Dime, ¿Cuál te gusta? Insiste el joven
--me encantan los z enzontles.
--¿Cuánto valen?
--200 pesos, responde el pajarero.
El jovencito hurga en sus bolsillos y reúne la cantidad, se la entrega al hombre y le dice a la mujercita, sácalo de la jaula.
--me va a picotear, dice la niña con voz algo chillona
--no te va a hacer nada, objeta el novio. Le vamos a regalar su libertad
Ella introduce una mano por la portezuela de la jaula. Toma al cenzontle con ambas manos. Las abre. Entonces el ave vuela, se posa en la rama más cercana y canta durante unos segundos, luego se va.
Ella juraría que el cenzontle posó sus ojos en ellos por unos instantes y su canto fue precisamente…para ellos.
|
...............................................
...............................................
 |
|
Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
|
Portada
