Por: J. M. Rentería
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Un cuento
Borrón
Por Jesús Manuel Rentería
Estás sentado en la mesa del café más próxima al enorme ventanal. Sientes como si fueras un maniquí que se exhibe en un escaparate. Despues de saborear tu café observas los residuos en el fondo de la taza tra
Vuelves la mirada hacia la calle. Una hermosa pequeña de apenas cinco o seis años te mira detenidamente. Sientes la intensa mirada –muy poco usual en una niña de esa edad--. Sus ojos azules te escrutan como queriendo penetrar en tu alma. Durante unos minutos ambos se miran fascinados. El cabello rubio le cae como tirabuzones a media espalda.
La pequeña viste una blusa color guinda que hace destacar aún más su blonda cabellera. Está sentada en el asiento del copiloto de una Lincoln Navigator también color guinda. Pareciera que la niña es en realidad un hermoso diamante todavía en su estuche.
De pronto una señora –seguramente la madre—se introduce al vehículo y dice algo mientras busca las llaves en el interior de su bolso. La niña no la escucha, levanta una mano blanca y gordezuela y la agita en señal de despedida. Tu haces lo mismo y te percatas de que a cada oscilación de tu mano la carita de ella se va difuminando, se desdibuja hasta desaparecer completamente.
Por fin la madre enciende el motor de la Lincoln y arranca. Sin saber porqué sientes un vacío, como si acabaras de perder algo muy querido. La mesera pasa a recoger el servicio y le pides la cuenta. Ni siquiera voltea a verte. Como si no te hubiera escuchado. Depositas un billete en la mesa y sales.
Mientras piensas en lo ocurrido con la niña –la extraña manera en que su imagen desapareció--te recargas en un estacionómetro. El sol te da en la espalda. De pronto reparas en que solo el parquímetro tiene sombra. Tu no. Giras el rostro hacia el ventanal del café del que acabas de salir y sólo está ahí el reflejo de las cosas y la gente. El tuyo, no. Te espantas. Alguien viene caminando por la banqueta y le preguntas cualquier cosa. Pasa a tu lado ignorándote por completo. Como si no existieras. Viene otra persona. Te paras justo frente a ella y sientes como pasa a travez de ti o tu a travez de ella. No existes, la pequeñita rubia te borró y tu la borraste a ella.
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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