EL PAVORREAL
Por: J. M. Rentería
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Dos palomas picotean la tierra en busca de algo de comida. Ambas se encuentran absortas en esta tarea, cuando una de ellas observa a su lado unas –según ella —horribles y enormes patas.
--¡ que horror ! —dice en voz baja a su compañera— que espantosas patas, seguramente son de algún animal igualmente espantoso.
Desde esa perspectiva –a escasos cincuenta centímetros del par de patas motivo de su disgusto— el par de avecillas no podían ver la belleza imponente del plumaje del pavorreal, sólo podían verle las patas.
--Que adefesio—dice con tono despectivo la otra paloma, cuyo precioso plumaje blanco contrasta con el gris obscuro de su acompañante—esas horrendas patas pareces ramas secas de tan arrugadas, y luego, ¡ese horrible color.!
--Alguien debería decirle—agrega la otra—lo desagradables que son para la vista y sugerirle que se ponga unas botas altas, o cuando menos unas calcetas gruesas y también altas que nos liberen de ese desagradable espectáculo.
--Fíjate en las garras que tienen esas patas—se escandaliza la otra—nada que ver con nuestras delicadas uñitas y nuestras patitas rosadas.
--En lugar de ponerse botas altas o calcetas—arremete la otra—ese animal, ave o lo que sea, debería amputarse las patas, con toda seguridad se vería mejor con unas prótesis.
--Sabes—dice la paloma blanca bajando la voz—fíjate en ese color y esas arrugas, se me hace que la atacaron algunos hongos de esos que afectan a los hombres y que dicen, son sumamente contagiosos.
--Retiremonos—sugiere la otra—te imaginas como nos veríamos nosotras con unas patas como esas?
Ambas palomas siguen hurgando en la tierra mientras se retiran a prudente distancia. Luego, ambas voltean para conocer al propietario de aquellas horribles patas. A cinco metros ya tenían la perspectiva para ver al pavorreal, de cuyo hermosísimo plumaje el astro rey arrancaba preciosos destellos tornasoles. El pavorreal, en su imponente majestuosidad ni siquiera reparó en la presencia de las dos avecillas que se retiraron mascullando –¡ puaf, que asco de patas!—
Inspirado en una poesía de Rubén Darío
El zorzal y el pavo real
Ve un zorzal a un pavo real
que se esponja y gallardea,
le mira la pata fea
y exclama: "¡Horrible animal!"
sin verle la pluma oriental,
el pájaro papanatas.
Gentes que llaman sensatas
son otros tantos zorzales,
cuando encuentran pavos reales
sólo les miran las patas.
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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