SPIN DOCTORS
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Por Dr. Mario de la Peña
La acusación de moda entre políticos es casi siempre la misma: el torcimiento o vuelta (“spin” para parecer elegante) de la verdad para acomodar los propósitos de uno y otro.
Y es que la verdad es manipulable (pregúntenle a Granier o a Elba Esther) sobre todo a través de la prensa y los medios, incluyendo los monumentos y placas conmemorativas. Recuerde que cualquier manifestación de medios de comunicación es sobre todo un negocio y que el que paga es el que define qué se escribe o esculpe.
La compañía fulana dice mis refrescos son los únicos hechos con fruta fresca. Luego lee usted la etiqueta de botella y resulta que no hay ni fruta fresca y ni siquiera el azúcar es real, solo sustitutos para engañar al paladar con calorías vacías que le harán buscar las calorías verdaderas, pero en el proceso le harán tomar más de ese refresco vacío de los nutrientes que busca su cuerpo. Pero los nutrientes nunca vienen y usted sigue y sigue insistiendo en tomarlo por lo que decía la propaganda sobre la fruta fresca.
Y en vez de optar por la fruta fresca, insiste en el refresco. Y bueno así somos los humanos. Ahora pensemos en este ejemplo pero aplicado a una promesa política. Corbata para todos, y gratis, para tener como jalarlo del cuello como perrito. Teléfonos inteligentes con Internet por toda la ciudad y gratis, con localizador para que cobradores y vendedores lo tengan marcando el paso por donde vaya y aunque vaya manejando conteste, le traten de vender algo mientras usted se estrella con un poste o mata a alguien que cruzaba la calle. Usted vota y vota y la promesa nunca se cumple. Promesas vacías son como nutrientes sin calorías. Refrescos sin fruta fresca.
O como el ejemplo del teléfono inteligente, una trampa para asediarlo. Al final todo depende de fabricar el spin necesario para que usted caiga en la trampa y sea manipulado. El término de “Spin Doctor” es relativamente nuevo. Pero el concepto no lo es. Históricamente lo encontramos aun en los documentos más antiguos de la humanidad. El ejemplo mejor documentado es tal vez el de Ramsés II, que fuera faraón de Egipto hace más de 4,000 años.
Durante el cuarto año de su reinado de 64 años, al parecer tuvo una batalla por la ciudad de Kadesh, en donde ahora es Siria (¡ya desde entonces aguerridos y peleando!). Según los documentos históricos Egipto no ganó la batalla y apenas si salieron con vida. Pero los monumentos que el faraón Ramsés II construyó para conmemorar la batalla ilustran a su persona como el verdadero héroe.
Y lo conmemoran por todo Egipto. Pero quien va a contradecir a un dios encarnado hombre. El joven faraón se había creado una fama que le ayudaría a gobernar por 60 años más. Pocos faraones lograron tal hazaña. Por esta razón, Ramsés II se convertiría en el santo patrono de los “spin doctors” y sus mentiras. Pero así como hubo documentos que lo contradijeran en su tiempo, digamos del señor Snowden de aquel tiempo, al final la estrategia de repetir la hazaña con spin predomina porque es puesta en más medios, en aquel entonces literalmente excavado y escrito en piedra. Entre más grande la mentira mayor tendrá que ser el monumento.
Los faraones terminaron haciendo las pirámides para cubrirse las espaldas. Y lo mismo es válido en la actualidad, aunque tenemos que aceptar que no hemos podido duplicar las pirámides de Egipto o las de Teotihuacán. Nuestros monumentos más importantes para la posteridad serán pues la barrera a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, que tampoco compite con la Gran Muralla China o la Muralla de Adriano en las Islas Británicas, para evitar que los bárbaros mexicanos (o mongoles o pictos) invadan el Imperio de las Hamburguesas con sus tacos, o lo que corresponda en los otros lados. La historia que queda es la que cuenta.
Aunque esta sea solo el spin del momento. Y los monumentos terminan siendo los elefantes blancos de cada época, diseñados para señalar y preservar el spin de los que se quedaron con el oro.¿Ahora entiende porque el pleito de cambiar o quitar las placas de los monumentos, como tradición heredada de los seguidores del faraón Ramsés II de Egipto?
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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